Tradición, folklore, elegancia,… ¿qué más se puede pedir? Desde aquí queremos hacer llegar a quien corresponda la petición de que el noble ejercicio de la caza sea elevado a los altares. Nada de patrimonio universal y zarandajas de esas de la UNESCO. Queremos que la caza sea consagrada, beatificada, ¡santificada!
Y como a la cuadrilla del Vaticano le harán falta pruebas para abrir el expediente, que mejor que la imagen con la que abren algunos medios digitales su edición vespertina (vía).
No es una corona de espinas, son los cojones de un ciervo, pero ya tenemos sangre, reliquias y espero que próximamente un crucificado. Con menos se han montado negocios cojonudos. Gracias al consejero de turismo balear sabemos hoy que nuestra biodiversidad está en buenas manos y se le honra como merece.
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